lunes, 10 de mayo de 2010

MMPI-2 (Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota)





La mentira, el engaño, o la ocultación, la deformación y tergiversación de la información son conductas consustanciales al ser humano (Martínez Selva, 2005), que persiguen diversos fines en el proceso de interacción social como ofrecer una impresión positiva a los demás, auto-beneficiarse y beneficiar a otros, evitar un castigo potencial o simplemente mantener una buena interacción social procurando no herir innecesariamente los sentimientos de los demás (Vrij, 2001).

Imagínese por un momento el lector que fuéramos invadidos por seres extraterrestres que tuvieran el don de la ubicuidad y lo vieran todo, lo oyeran todo, dijeran siempre la verdad sobre todo, y se dedicaran simplemente a observarnos e inmiscuirse permanentemente en las conversaciones humanas; seguramente sucumbiríamos rápidamente en un caos absoluto al no podernos enfrentar a semejante "juego de la verdad" (por cierto, este ejemplo es el argumento central de una deliciosa novela de Ciencia Ficción escrita por Fredric Brown, "Marciano, vete a casa").

El empleo de diversas estrategias para distorsionar la información buscando un fin determinado es una parte constituyente del proceso de interacción social, conocido, aceptado y consensuado por las partes integrantes, siempre y cuando dichas estrategias se encuentren dentro de los dominios de lo socialmente admisible (Kashy y DePaulo, 1996).

El ámbito de la evaluación psicológica mediante autoinforme no es ajeno a la existencia de distorsiones de la información producidas por diversos motivos por los sujetos evaluados: las distorsiones de respuesta (Miguel-Tobal, 1993; Baer, Rinaldo y Berry, 2003). El estudio de las distorsiones de respuesta y de las estrategias o instrumentos más eficaces para detectarlas es un campo en pleno auge y evolución que, sin duda, tiene y tendrá importantes consecuencias en la práctica clínica, forense y médico-legal.

Entre los distintos tipos de distorsión de respuestas podemos encontrar los siguientes (Baer, Rinaldo y Berry, 2003):

1. Patrones de "mala imagen", estilos de respuesta sobredimensionados, o simulación (faking bad o malingering), cuando el sujeto intenta deliberadamente crear la impresión de tener alguna alteración o deterioro mediante la exageración o fabricación de síntomas, problemas y maximizando las características negativas de si mismo.

2. Patrones de "buena imagen", estilos de respuesta infra-dimensionados, defensividad, deseabilidad social o disimulación (faking good), cuando el sujeto pretende deliberadamente presentar una impresión favorable de si mismo, soslayando, negando o encubriendo síntomas, problemas y destacando sus características positivas.

3. Estilo de respuesta aleatorio, cuando el sujeto responde independientemente del contenido de los ítems, debido a dificultades de lectura y/o compresión de los mismos, falta de cooperación, descuido, falta de concentración o presencia de estados confusionales. Dentro de este apartado, la "aquiescencia" y la "no-aquiescencia", reflejan la tendencia a responder indiscriminadamente "verdadero" o "falso", respectivamente, sin considerar el contenido de los ítems a los que se está respondiendo.

INVENTARIO MULTIFÁSICO DE PERSONALIDAD DE MINNESOTA: MMPI, MMPI-2 Y MMPI-A

El Inventario Multifásico de Personalidad de Minnesota (MMPI), desarrollado originalmente por Hathaway y McKinley (1940) y su posterior revisión y restándarización para adultos, el MMPI-2 (Butcher, Dahlstrom, Graham, Tellegen y Kaemmer, 1989) y adolescentes, el MMPI-A (Butcher, Williams, Graham, Archer, Tellegen, Ben-Porath y Kaemmer, 1992), realizada a finales de la década de los 80, es uno de los cuestionarios más ampliamente utilizados para evaluar alteraciones psicopatológicas en el ámbito clínico en general (Lubin, Larsen y Matarazzo, 1984; Piotrowski, 1998) y en el contexto forense en particular (Bartol y Bartol, 2004; Boccaccini y Brodsky, 1999).

Como veremos, el MMPI-2 incluye diversos indicadores de validez que han demostrado su utilidad en la detección de simulación (Elhai, Naifeh, Zucker, Gold, Deitsch y Frueh, 2004; Guriel y Fremouw, 2003; Rogers, Sewell, Martin y Vitacco, 2003). De hecho, según Rogers (1997), el MMPI y MMPI-2 son los instrumentos multiescalares de amplio espectro mejor validados para explorar estilos de respuesta aleatorios, simulación de psicopatología y defensividad.

Butcher y Ben-Porath (2004) enumeran algunas de las características que contribuyen a la popularidad y amplia aplicación de este instrumento de evaluación psicopatológica de amplio espectro a lo largo de más de sesenta años de existencia: (1) incluye una amplia serie de factores psicopatológicos y de personalidad que han demostrado ser fiables, válidos y estables a lo largo del tiempo; (2) se han ido incorporando nuevas escalas para dar cuenta de los avances conceptuales en psicopatología, renovando y re-actualizando el instrumento; (3) permite contrastar perfiles individuales con una amplia base de datos normativa acumulada durante decenios de investigación; (4) permite una interpretación objetiva siguiendo normas estandarizadas; y (5) se ha traducido y adaptado a diversos idiomas y países, lo que permite la comparación cross-cultural.

La adaptación española del MMPI-2 (Butcher, Dahlstrom, Graham, Tellegen y Kaemmer, 1999) incluye 7 escalas de validez, las 10 escalas clínicas básicas originales del MMPI con sus 31 subescalas específicas, 15 escalas de contenido y 15 escalas suplementarias de diversos autores, que se han ido añadiendo a la prueba a lo largo de los años. En total, 78 escalas y subescalas, que confieren a esta prueba una riqueza de información realmente única, amplia y diversa, tal y como puede verse en la Tabla 1.

Fuente: http://www.papelesdelpsicologo.es

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