sábado, 21 de mayo de 2011

Unidad IV, Procesos de la Comunicación


Unidad IV, Procesos de la Comunicación
(Autor: Fischer, Gustave-Nicolás,1990.)


Los estudios sobre los procesos de comunicación, son, esencialmente, trabajos relativos a la comunicación en los grupos, puesto que constituyen uno de los campos privilegiados en la exploración de estos procesos. En este apartado presentaremos las experiencias más clásicas, pues tienen la ventaja de proporcionar el esquema canónico sobre el que se han apoyado buen número de investigaciones posteriores.

Flament (1965) introdujo, en el análisis de los procesos de comunicación, una distinción entre estructuras y redes:

1.- La red de comunicación: define el conjunto de los canales existentes en un grupo organizado, por los cuales son transmitidos los mensajes. Se trata de condiciones materiales que impone un tipo de comunicación en función de cierto número de constricciones relacionadas, en particular, con los diferentes relés a franquear. La red es, por lo tanto, una estructura a priori de las comunicaciones en su grupo.

La Estructura de la Comunicación:
La estructura de comunicación es la "organización de los intercambios reales entre los miembros del grupo, con vistas a realizar una tarea dada" (Flament, 1965)

Así, por ejemplo, una organización determinada de tareas impone una estructura de comunicación definida. Sin embargo, la noción de estructura de comunicación existe siempre en un grupo, independientemente de una tarea precisa, en la media en que los intercambio se organizan y se orientan en una dirección dada. Por consiguiente, esta estructuración tiende a cristalizarse y a estabilizarse en un momento dado, de forma que se impone progresivamente como una red. Presentaremos sucesivamente algunos estudios experimentales y definiremos los conceptos que se han utilizado para interpretarlos.

Las estructuras analizadas consisten en células enlazadas unas con otras:
Bávelas formula la hipótesis de que la estructura de la red de comunicación afecta al funcionamiento de un grupo compuesto por cinco personas. Para medir la comunicación, propone EL CONCEPTO DE DISTANCIA, que se define como el número de eslabones de comunicación necesarios para que un mensaje llegue, por el camino más corto, de una posición a otra. Determinó, así, en primer lugar, la distancia de a cada uno a todos los otros; luego dedujo para cada red una distancia total que es igual a la suma de las distancias de todos los puestos de una red dada. Así, para la red en cadena es de 40, para la red en círculo es de 30 y para la red en radio es de 32. Es pues en la configuración en cadena donde el mensaje debe recorrer la mayor distancia.

El concepto de centralidad:
A partir de esta experiencia, Bavelas definió el concepto de Centralidad para describir diferencias en el interior y entre las estructuras de comunicación. La posición más central en una red es la más próxima a todas las otras; así, el hecho, para los individuos, de ocupar una posición central, les proporciona una ventaja en las comunicaciones con los demás, de forma que son una especie de líderes, cuando el grupo debe resolver problemas.

Leavitt (1951) retomó el dispositivo experimental de Bavelas, pero definiendo cuatro tipos de redes: En cadena, en Estrella, en “Y”, y en Circulo.

Las redes sociales:
Los resultados de la experiencia, que tuvieron en cuenta el tiempo necesario, el número de mensajes emitidos, así como el número de errores en cada grupo, permiten observar las diferencias relacionadas con el tipo de red de comunicación. Se comprueba, por ejemplo, que las posiciones más centrales envían el mayor número de mensajes, mientras que las menos centrales envían el menor número. Así las posiciones de centralidad ejercen el máximo de influencia sobre el funcionamiento del grupo, pero son igualmente aquellas en que el grado de satisfacción, en el interior de la red, es más elevado.

Leavitt evaluó el grado de satisfacción de los individuos según la forma de red en que se encontraban. Cuanto más central es la posición que ocupa un individuo, más información recibe y más da.

Las relaciones isomorfas:
FLAMENT (1965) retomó el dispositivo de las redes, comparándolo con la naturaleza de las tareas realizadas por el grupo. Definió una teoría de las redes de comunicación considerando el costo mínimo de resolución de cada problema, en términos de comunicaciones, y estableciendo una relación entre el costo efectivo necesario y el costo mínimo.

Los resultados indican que las diferencias de actuaciones dependen del potencial de una red. En estructura centralizada, existe un número relativamente importante de comunicaciones-organizaciones; en estructura homogénea, lo más importante son las peticiones de información, pues tanto una eficiencia mayor cuando hay estricta correspondencia entre estructura de la tarea y tipo de red. No obstante, si la experiencia se prolonga lo suficiente, se observa que, en todas las redes, la eficiencia se hace semejante, cualesquiera que sean las situaciones.

Esta experiencia permite, por consiguiente, mantener que el rendimiento tiende hacia un máximo teórico, cuando existe entre los miembros del grupo una estructura de relaciones isomorfa CON EL SISTEMA DE RELACIONES EXIGIDAS POR LA TAREA.

En esta experiencia, los sujetos se disponen en red centralizada o no centralizada. Realizan sus tareas siguiendo dos modelos de resoluciones: Uno homogéneo y el otro centralizado.

Medida de las propiedades de las redes:
Centralidad y Periferia:
El conjunto de estos estudios ha permitido deducir cierto número de índices para caracterizar algunas propiedades de las redes de comunicación:

A) El índice de centralidad, puesto en primer lugar de relieve por Bavelas (1950), define la posición más próxima a todas las otras en una red dada. Se puede deducir, así, un índice de centralidad por supuesto que permite medir posteriormente el índice de centralidad de la red.

El índice del puesto se define por la relación entre la suma de todas las distancias de la red y la suma de las distancias del puesto considerado. Este índice sitúa el grado de centralidad de un puesto dado, en el interior de la red, y esto en los términos siguientes: cuanto más elevado es el índice de centralidad del puesto, más facilidades tendrá el individuo para comunicarse con los otros y más tendencia tendrá a percibir la importancia de su rol en el funcionamiento del grupo.

El índice de conexidad de una red:
El índice de conexidad de una red es igual al número más pequeño de canales cuya retirada lleva consigo la desconexión de la red. En la red en estrella, por ejemplo, el índice de conexidad es igual a 1, puesto que basta con suprimir un canal para cortar la comunicación. Este índice permite representar el valor de una red en función de las posibilidades de comunicación que ofrece. El índice de conexidad retoma una medida introducida por Bavelas, que es la “suma de los vecinos”, es decir la suma para la red entera, de las posiciones que se encuentran a un eslabón de distancia unas de las otras. Este índice expresa así, la estabilidad de una red, que será tanto más grande cuantas más posibilidades posea el individuo de comunicarse con el conjunto del grupo.

El índice de periferidad relativa de un puesto:
El índice de periferidad relativa de un puesto es el último concepto que permite medir las propiedades de un puesto en el interior de una red. Este índice, propuesto por Leavitt (1951), viene establecido por la diferencia entre el índice de centralidad del puesto más central en la red. Mide el grado de desigualdad de los participantes en el acceso a la información en el interior de una red; cuanto más grande es esta diferencia, más subordinado estará el puesto al puesto central. Este índice es inversamente proporcional a la igualdad de los participantes en el acceso a las informaciones y determina, directamente, el grado de satisfacción de un puesto en el interior de una red cuanto más elevado es el índice de periferidad, más baja es la moral del grupo y más grande es la insatisfacción.

La influencia de la estructura de la red:
Los estudios de las redes de comunicación han permitido deducir la importancia de la influencia de la estructura de la red, no solamente sobre la eficacia del grupo, sino también sobre el grado de satisfacción o de insatisfacción. Además, la posición de un individuo en la red, su lugar relativo, determinan, no sólo sus posibilidades de intercambio, sino también su grado de participación y, por consiguiente, su nivel de satisfacción.

Las conclusiones establecidas por estos estudios experimentales, siguen siendo válidas para las redes de comunicación dentro de los sistemas sociales: así los individuos periféricos son los que tienen menos informaciones, lo cual determina un débil grado de participación y engendra un elevado grado de insatisfacción.

La comunicación no verbal:
En los procesos de comunicación, se ha prestado una atención especial a la actividad corporal y motriz que la acompañan. Las investigaciones que se han realizado a este respecto se apoyan en la idea de que los gestos, la expresión del cuerpo, los movimientos variados, tienen una función de comunicación. Una primera vía tiende a mostrar el valor de ciertos índices no verbales como factores de comunicación. Estos estudios versan sobre el valor de las expresiones faciales y de los movimientos del cuerpo en la comunicación.

Ekman (1978) realizó una experiencia en la cual se presentaron a millares de sujetos de todo el mundo fotografías que expresaban emociones variadas: la felicidad, la tristeza, la cólera, el miedo, la sorpresa, el disgusto, etc.

Los resultados hicieron patente, en individuos pertenecientes a culturas diferentes, un acuerdo muy elevado en lo que concierne a las expresiones faciales particulares representadas en las fotografías. Ekman extrajo de aquí la idea de la universalidad de estas expresiones faciales, destacando no obstante la importancia de las variaciones introducidas por factores sociales, individuales o culturales.

El estudio de estas variaciones parece jugar un papel en la intensidad de la comunicación, en función, especialmente, de varios elementos; las reglas que rigen, por ejemplo, la forma en que se expresa una emoción difieren de una cultura a otra. Así, un estudio realizado por Ekman y Friesen (1969) sugiere que los sujetos japoneses dejan ver pocos indicios de sus sentimientos, cuando están en situaciones públicas. Los individuos pueden igualmente utilizar indicios faciales para tratar de engañar a los demás.

Otras investigaciones (Ekman y Friesen, 1974) han tratado de identificar indicios que permiten revelar el estado emocional interior de personas que están mintiendo. Así se ha comprobado, por ejemplo, que estas personas realizaban gestos más numerosos de automanipulación (tocarse la cara con la mano), o que, por el contrario, se quedaban más quietas. Se ha visto, igualmente que su voz podía hacerse más aguda y su mirada huidiza. Pero tales indicios no siempre son fiables. Estos elementos permiten establecer que, en ciertas condiciones los individuos de diversas culturas pueden comprender las expresiones de la cara como un vector importante de la expresión emocional.

Otros enfoques muestran que las posturas y los gestos, la mímica desempeñan también un papel en las comunicaciones. Si los psiquiatras y los psicoterapeutas han estado en el origen de las primeras investigaciones sobre los indicios corporales, los psicólogos sociales han recurrido a estudios experimentales controlados para identificar conjuntos de comportamientos que incluyen la postura y los movimientos del cuerpo como índices fiables en la comunicación. Ciertas investigaciones (Mehrabian, 1972), como ya hemos visto, han explorado los índices de dominancia en situaciones en que los sujetos desempeñaban el rol de una persona que comunica con alguien que posee un status superior o inferior. Se ha podido observar que tenían tendencia a adoptar posturas más distendidas, cuando el intercambio tenía lugar con alguien de status inferior al suyo. Pero los indicios posturales intervienen con un conjunto de otros indicadores corporales, como el tacto o la fijeza de la mirada.

Este tema es bastante amplio y generoso; contiene información muy detallada de lo que es la kinesia y los trabajos de Birdwhistell (1970) que han arrojado una luz especial a los procesos de la comunicación verbal.

La kinésica o quinésica estudia el significado expresivo, apelativo o comunicativo de los movimientos corporales y de los gestos aprendidos o somatogénicos, no orales, de percepción visual, auditiva o táctil, solos o en relación con la estructura lingüística y paralingüistica y con la situación comunicativa. También es conocida con el nombre de comportamiento kinésico o lenguaje corporal.

Pertenece a la categoría de los paralenguajes, que describen todas las formas de comunicación humana no verbal. Esto incluye los movimientos más sutiles e inconscientes, incluyendo el guiño y los movimientos leves de cejas. Además, el lenguaje corporal puede incluir la utilización de expresiones faciales y postura.

El enfoque de Birdwhistell se apoya en la kinésica que él define como “el estudio de los aspectos comunicativos de los movimientos corporales aprendidos y estructurados” esta visión está fundada en la hipótesis de una selección cultural de algunas posiciones corporales entre los millares que puede producir el cuerpo en movimiento. Gestualidad y lenguaje se integran, así en un sistema constituido por una multiplicidad de modos de comunicación.

El proceso de multicanales permanente:
A partir de la noción de kinésica, Birdwhistell coincibe la comunicación como un “Proceso multicanales permanente”, que utiliza todas las modalidades sensoriales: visión, audición, olfacción, tacto. El estudio de la comunicación no puede hacerse aislando un solo “infrasistema” como el lenguaje, más que si el investigador es muy conciente de los límites que fija a su estudio. Pero, si bien niega al lenguaje la exclusividad de la comunicación, intenta, por medio de un método inspirado en la lingüística descriptiva, mostrar en qué sentido se deriva, a su vez, la gestualidad de un conjunto de reglas de construcción tan elaboradas como el lenguaje.

Los Rumores:
Los rumores constituyen un modo de comunicación específico en la vida cotidiana y en las organizaciones sociales. Si desde hace mucho tiempo, se han constituido una especie de teoría común del rumor, a partir de su importancia y de su ambigüedad, los estudios experimentales y ciertas investigaciones de campo han permitido precisar sus aspectos formales, mostrando, sobre todo, los procesos de alteración de los mensajes y el cariz de su difusión.

El rumor puede ser definido como una “afirmación general que se presenta como verdadera, sin que existan datos concretos que permitan verificar su exactitud” (Allport, 1965)

Su método experimental consiste en proyectar sobre una pantalla una imagen que tenga muchos detalles, algunos de los cuales podían ser ambiguos, contradictorios o erróneos. Los sujetos en número de seis o siente, son aislados al principio de la experiencia, salvo los dos primeros. Uno de éstos describe al otro la imagen que este no ve. Se hace, luego entrar al tercero a quien el segundo describe la imagen que él ha visto. Cada uno de los seis o siente sujetos escucha el relato del que le precede y lo transmite al que le sigue.

De transmisión en transmisión, los investigadores pueden por consiguiente, seguir las alteraciones del mensaje durante el curso de la comunicación. Las experiencias de Allport y de Postman (1965) constituyen una de las referencias clásicas para la comprensión de la alteración de los mensajes en una comunicación. Parten de la hipótesis de que los rumores se ponen en circulación porque tienen la doble función de aplicar y de aliviar tensiones emocionales; el hecho de hablar, por ejemplo, mal de una persona tiene como efecto atenuar, provisionalmente, el odio que se le tiene. Allport y Postman han tratado de definir los procesos de transmisión, explicando las exageraciones características de los rumores.

Entre otros, se observan los estudios experimentales al respecto, los trabajos Los de Dodd (1953), los trabajos de campo, lo que viene siendo el modelo explicativo, las formas de asimilación de la comunicación, el proceso de consolidación de la misma, la alteración de los mensajes, los medios de comunicación de lo no dicho, etc.

La cuarta unidad como hemos visto, nos aporta un rico conocimiento en cuanto a todo lo que constituye el proceso de la comunicación en general, y vamos a poner a vuestra disposición el material completo si ustedes amables lectores se interesan en tenerlo, sólo tienen que escribirnos y con mucho gusto se los haremos llegar a vuelta de su e-mail, aquí lo tienen completito en presentación de power point:

Con mis respetos y cariño siempre,
Doral.

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